Hackers: ni criminales ni piratas informáticos

El hecho de que las matemáticas sean un juego hace que los matemáticos juguemos toda la vida y eso nos garantiza permanecer siempre juntos.  Enrique Chaparro

La narrativa mediática nos presenta la idea de un “hacker” que es capaz sobre todo de entrar a sistemas informáticos y de burlar sistemas con intenciones de lucro o delictivos. Devenir de este imaginario ha llegado hasta la definición de la Real Academia Española que es “pirata informático” .

Podemos tener múltiples definiciones de lo que implica ser un hacker y reconocerlo es fundamental, pero definir a través de dos palabras que en suma relacionan sus actividades e identidad como delito o falta a ley, que se refiere a actos que suceden en la mar, es más que un error. Porque no representa la historia de su comunidad y su cultura, por el contrario, la niega.

Un hacker no es un delincuente, es un actor social que a través de su imaginación en comunidad desarrolla, por ejemplo, programas informáticos capaces de estudiarse, usarse, modificarse y distribuirse para construir entornos digitales como espacios sociales basados en la libertad. Un hacker hace política, se expresa a través de su código, y trabaja en cooperación con muchas otras luchas por la conquista del espacio público global.

Ejemplo de la génesis de la comunidad hacker es el sistema operativo GNU/Linux, usado por millones a nivel mundial, que tiene como base el respeto a las libertades de las personas. Otra muestra de su cultura son los mismos protocolos que permiten el funcionamiento de internet, o el sistema de cifrado GNUGPG: pieza clave para el software que encabeza la defensa de la privacidad en línea.

Bajo este contexto la cultura hacker transforma el desarrollo de tecnología en desarrollo de comunidades ya que la tecnología no es la que crea comunidades por sí sola, sino que la tecnología –de acuerdo a su aceptación social– se vuelve un espacio propio para entretejer comunidades que buscan dar una interpretación al uso de la tecnología que hacen desde dentro; entendiendo a la imaginación no sólo como un asunto de innovación, sino como un asunto de dignidad. Es decir, la forma en la que se hace política, decide, intima y construye comunidad.

Es así como las comunidades hacker han transitado a lo largo de las ultimas 4 décadas para conservar libertades en los entornos digitales; prueba de ello es el movimiento del software libre, que recae en fundamento en el manifiesto GNU, que lanzó el físico Richard Stallman, en donde explícitamente se rehúsa a la privatización de los procesos de construcción de saber social en torno a la informática. Con dicho manifiesto él concibió el inicio del desarrollo del sistema operativo GNU como una forma de devolver el espíritu cooperativo que prevalecía en la comunidad computacional en sus primeros días. Ese camino también se ha visto involucrada con la lucha política enmarcada con el control del flujo de las ideas en internet, como el caso de la lucha contra SOPA y ACTA, que dentro de los impulsores de la campaña que debilitó a la iniciativa se encontraba Aaron Swartz, quien también fuera desarrollador del RSS, agregador de noticias y otras iniciativas motivadas por el acceso al conocimiento, al él desarrollar los principios técnicos de las licencias Creative Commons, que han impregnado a otros proyectos en su ADN como Wikipedia, el quinto sitio más visitado en la red.

Desde el punto de vista de Jorge Alberto Lizama, pionero en estudios de las comunidades de software libre, la idea de que un hacker es sinónimo de delincuente informático en los medios masivos de comunicación se explica porque esta definición es ampliamente usada por empresas como Apple, Intel, Microsoft, Yahoo, Google, eBay, Recording Industry Association of America, entre otras, como estrategia pública para hacer frente al adelgazamiento de la economía de la información.

Bajo la confusión y las condiciones de violencia en las que viven países como México pretender asemejar a las comunidades hackers y a sus habitantes como sicarios, como se ha hecho en televisión, o relacionarlo con actos de difamación, es un error e innecesario. Lo que sí se vuelve  necesario es dar un paso adelante y cuando se trate de una intrusión, llamarla como intrusión.

Por otra parte aceptar la definición de la RAE no sólo implica procurar un intento por borrar y desconocer más de 40 años de lucha, sino también un acto abierto de criminalización; por lo que la definición propuesta debe ser modificada.

En un mundo cada vez más rodeado de tecnología, pero con tecnología no dominada en lo social, como lo es el internet centralizado que tenemos, las comunidades hackers son condición para no convertir a la tecnología en instrumento de control.

Publicado en Pijama Surf,  19 de noviembre de 2014

 

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